La historia que te voy a relata es sobre una costurera que se llamaba Alicia,
pero todos la conocían como Licha la costurera quien en ese entonces contaba con
37 años de edad, ella vivía en la calle pedro Trinidad Cano Jiménez, del barrio de Tecomajiaca
ubicado en el municipio de Teapa Tabasco, Licha era una persona muy, pero muy incrédula, no
era aparente a estar metida en la iglesia, tampoco a creer en supersticiones ni
nada por el estilo, su madre, María del Carmen, una señora muy conservadora y
llegada a la Iglesia, le aconsejaba a su hija que por lo menos tratara de
reivindicarse, y ser más apegada a la iglesia, pero Alicia solo creía en Dios,
la Virgen y los Santos y nada más, hasta que un 31 de octubre, Doña Carmita,
comenzó a realizar los preparativos para el día de las ánimas, y para más que
nada, hacer su altar de muerto y recibir a aquellos seres perdidos que ya no se
encontraban con ella, incluyendo al padre de Alicia.
Fue entonces que su mama, ya con sus tías, elaborando tamalitos de masa colada y
de chipilín, mientras hacían estos, platicaban sobre los seres queridos que ya
no estaban y los recordaban sobre los felices que eran cuando estos estaban aún
con vida, mientras que Licha, seguía haciendo lo que más le gustaba que era
costurar mudas de ropa para la gente de la clase alta que vivía por esos rumbos.
Como la máquina de coser con la que contaba Licha, quedaba justamente tras de
una ventana mirando hacia la calle, ella veía como la gente pasaba rumbo al
panteón central a llevar a sus fallecidos, flores, alimentos y otros artículos
para decorar las tumbas de sus seres, y ella solamente se burlaba de la gente,
así mismo en la sala, lugar donde tenía Licha su máquina, su mamá junto con sus
tías la ayudaban a seguir acomodando algún otro bocadillo que le gustaba al ser
querido al cual estaba ofreciendo con cariño dicho altar, es decir al padre de
Licha Don Mario.
Así pasó la tarde noche del día 31 de octubre, cuando en eso, Licha decidió
seguir continuando con los pendientes que tenía por entregar, por lo que cuando
se dio cuenta, eran ya las 2:40 de la madrugada, pero ella, incrédula, solo miró
hacia el altar de muerto que se encontraba en la sala de su casa, observó la
veladora, y regreso su mirada hacia la máquina de coser, cuando en una de eso,
se pinchó el dedo pulgar de su mano derecha, lo que hizo rápidamente fue
limpiarse con un algodón que había en una de las cajas que contenía su máquina
de coser, cuando en una de eso, escuchó en la calle un montón de murmuros, y
habladurías de muchas personas, pero sin más que dudar, espió por la ventana de
su casa, al cual vio que había mucha gente que venía por la calle y que se
dirigían rumbo a la ciudad, a lo que ella le comentó a dos personas:
– buenas noches, ¿a dónde se dirigen?
Y una de las dos personas le respondió
– Mucho gusto, me llamo Carlos y ella es Juana, y sinceramente yo voy rumbo a la
coca, haya por el casino, y ella va hasta juan Aldama.
A lo Licha les cuestionó:
-Pero eso está muy lejos de aquí, si van a pie, llegarán cansados, por otra
parte, es muy tarde para andar por esta zona, y más con este frio que cala los
huesos.
A lo que Carlos le respondió:
-No te preocupes por ello, al frio que cala los huesos ya estamos acostumbrados,
a lo que luego se miraron los dos y después se pegaron una risa discreta.
Al ver que llevaba Juana, una bolsa negra, Licha le cuestionó.
– Oye, y tu… ¿Qué llevas en esa bolsa?
A lo que ella le respondió.
-Yo llevo unas velas, es que me las encargaron, pero la verdad pesan mucho.
Licha le dijo…
-Pues el otro siendo hombre te debería ayudar a cargar la bolsa.
Y Juana respondió.
– No te preocupes, casi no pesa la bolsa, lo que traigo son unos cirios largos.
Luego Juana le dijo:
-Veo al fondo mucha lumbre dentro de tu casa.
Y Licha le respondió.
Si es un altar de muertos, mi mamá lo puso, disque porque según como hoy
empiezan todo el asunto de las festividades del día de muertos, dejó prendidas
las veladoras y eso es lo que alumbra en el interior de la casa, incluso ya me
iba a acostar por eso ya había apagado la luz, solo que escuché el murmullo de
las personas y por eso salí a chismear a ver qué pasaba.
Juana muy atenta le dijo:
– Mira será que me pudieras hacer un favor.
A lo que Licha le dijo
-si dígame.
Y Juana le comentó.
-Lo que pasa es que me encargaron dos cirios para entregarlos por aquí cerca,
pero la verdad no quiero llevarlos a pasear hasta Juan Aldama, no vaya a ser que
se quiebren, y pues ya sabes que después de que los cirios se quiebran ya no se
ven bonitos en un altar, pero mira, mañana como a esta hora, voy a pasar por
ellos ya para que los lleve a donde tienen que llegar, ¿si?
Licha muy dispuesta le dijo que si, que aquí se los guardaba y que no había
problema en que los tuviese en la casa.
Fue entonces cuando Carlos y Juana siguieron su rumbo hasta alcanzar a las
personas con las que habían seguido el rumbo. Después de esto Licha, muy cansada
y de haber dejado las velas dentro de otra bolsa oscura en un sillón, se fue a
dormir.
A la mañana siguiente, Licha despertó por el murmullo de los vecinos, cuales ya
estaban desayunando tamal con café, charlando y carcajeándose, entonces que se
quedó meditando un rato en la cama, sobre lo sucedido en la noche anterior, por
lo que dispuesta, se levantó de la cama, se arregló y después, fue al sillón
donde había dejado los cirios.
Cuando de pronto, al ir abriendo la bolsa donde se encontraban estos, sintió un
olor desagradable que emanaba de la bolsa, y que justo cuando abrió la bolsa, se
espantó y con ojos de susto, pánico y temor miró lo que verdaderamente había en
la bolsa. Ahí se encontraban dos canillas (tibias) de un cuerpo humano. Las
cuales, ella del mismo susto y de lo que le habían dado la noche anterior, se le
bajó la presión y vomitó. No obstante empezó a llamar a su mamá que se
encontraba en la casa para decirle lo que había pasado. Es decir desde que vio a
las personas en la calle la noche anterior, hasta que les dejaron los cirios en
la noche y que a la mañana eran huesos humanos. Por lo que la mamá muy
misteriosamente la veía y escuchaba sobre lo que la hija le estaba contando. Por
lo que luego llego su tía Martina, hermana de su mamá, quien escuchó y vio lo
que sobresalía de aquella bolsa en el sillón. Por lo que Doña Martina, le dijo a
la mamá que eso era una cuestión muy grave, y que solo debería permanecer entre
de ellas e ir con algún sacerdote para que trataran la situación, el cual las
tenía a las tres muy consternadas.
Tecomajiaca, fueron las tres a buscar al sacerdote, el cual le explicaron lo
que había sucedido, y el sacerdote se persignaba al escuchar lo que Licha le
contaba, por lo que a manera de conclusión, el sacerdote le dijo a Licha:- Mira, esta cuestión es muy sería y un sacerdote que es fraile de Chiapas, me
comentó algo muy similar a lo que te ha pasado y me acuerdo en ese entonces
que lo que él me dijo fue que a la persona que le pasó esto, consiguió un bebé
recién nacido del día en que sucedieron los hechos, y que lo tuviera ahí
cargando cuando llegaran a buscar los sirios.A lo que Licha respondió.-… ¿pero dónde voy a conseguir a estas alturas a un recién nacido?Entonces el sacerdote le dijo que fueran a San Juan Bautista (hoy
Villahermosa) a ver si en algún hospital había un recién nacido y que
explicará el motivo de ello al familiar del infante. Por lo que ella y su mamá
se fueron a la capital a buscar a un recién nacido, habían pocos, pero nadie
quería prestarle a infante, por lo que el tiempo de aquel día 1 de noviembre
seguía su rumbo para llegar ya la noche, hasta que unas personas que eran
originarias de Tacotalpa, le preguntaron que si para que quería el niño, y les
comentó lo sucedido, pero que no lo creían, pero a pesar de ello, accedieron a
darles al infante y que el papa los acompañara mientras la recién parida
seguía aún en el hospital.
Pasando la tarde y la noche del día primero, Licha, muy espantada, por no
saber cómo reaccionar ante la situación que se allegaba, se puso a platicar
con la mamá de ella, y el papá del recién nacido de cómo le haría para actuar
en el momento en que se presentaran “las personas” y ellos le aconsejaron que
cargara y abrigara al bebé, ya que ella tendría que entregar de nueva cuenta
los cirios que le había dicho Juana que los pasaría a buscar.
Llegó la noche, y la Luna llena con todo su resplandor, iluminaba las calles
del barrio de Tecomajiaca, en especial la de la calle Pedro Trinidad, donde
pasó las doce, una, dos y a las tres con quince de la madrugada, Licha,
escuchó de nuevo que venían de regreso unas cuantas personas de su lugar de
procedencia, y junto con ellas, venia Carlos y Juana. Cuando los vio por la
ventana que se acercaban, Licha estaba muy atemorizada y nerviosa y la mamá de
Licha estaba en su cuarto, rezando, por lo que el sacerdote les dijo, surgiera
efecto, y no pasara ninguna situación desagradable durante la entrega de los
“sirios”. Mientras el papá del recién nacido solo se quedaba viendo
sigilosamente la veladora que había prendido la mama de Licha en un nicho a
unos santos.
Cuando de pronto escuchó Licha que tocaron la puerta y dijo:
Voooooy…
Abrió la puerta y vio que efectivamente era Carlos y Juana, ya para solicitar
los cirios que resguardaba Licha en su casa. Entonces preguntó Juana:
-Buenas noches Lichita, como estas?
Licha le respondió:
-Me encuentro muy bien, gracias a Dios,
Pero en el fondo, Licha estaba muy nerviosa, con ese sentir de que el estómago
se le quería salir por el trasero del susto, temor y por lo que estaba pasando
y a la vez muy angustiada, por lo que le dijo.
Ya después Licha le respondió a Juana:
– Vienes por tu encargo verdad Juanita.
Y Juana le respondió:
– Así es Lichita, vine por ello.
Y fue entonces, cuando Licha, muy nerviosa, agarró al recién nacido y cuando
le entregó los cirios a Juana, Juana se asombró junto con Carlos por lo que
los dos se voltearon a ver y Juana muy disgustada le dijo.
-Alicia, nos has arruinado nuestros planes, porque en verdad lo que queríamos
era a ti, llevarnos tu alma, por pensar que nosotros no existimos y he ahí una
prueba indiscutible los cirios que te encomendamos, porque de regreso te
íbamos a llevar con nosotros, y esto era para que por lo menos ese día nos
dedicaras de respeto hacia nosotros, ya que estos días son cuando nosotras las
ánimas llegamos a visitar a nuestros seres queridos y no lo respetaste y
seguiste trabajando, te valió, pero al ver ese recién nacido que acaba
de comenzar en este mundo terrenal y que llevas en tus brazos, no podemos
llevarte, porque sería atentar contra la vida de este infante, creímos que
estabas sola, pero me di cuenta que no, que eres madre y que tienes que
cumplir con tu labor que apenas comienza.
-Entonces Licha le respondió.
Esta criaturita acaba de comenzar una vida, y necesita de mí para poder vivir,
muchas gracias por hacerme ver que a pesar de que era incrédula en estas
cosas, de ahora en adelante respetaré y seguiré las costumbres que mi mama
realiza.
En ello Carlos toma la voz y le dice:
– Tu papá, Don Mario te manda a decir que te quiere mucho, y que siempre se
acuerda de su angelito, que nunca se olvidará de ti, y de lo mucho que lo
quisiste.
Licha le contesta:
– Muchas gracias Carlos, siempre lo quise y a pesar de que no esté conmigo lo
seguiré queriendo.
Después de ello, Juana le entregó los cirios a los dos y ya con los sirios en
las manos, Juana y Carlos se despidieron y poco a poco avanzaron su camino y a
la vez se fueron desvaneciendo de entre la calle, hasta lograr a desaparecer.
Después de que ellos se fueron, Doña Carmita, sale a abrazar a Licha y le
entrega el recién nacido a su padre, donde al final le dice Doña Carmita a
Licha, que viera que las ánimas existen y que por lo menos un tiempo debería
de dedicarle a su papá ahora que ya no están los tres unidos como familia.
A la mañana siguiente, el papa del recién nacido y el infante se fueron otra
vez a la capital donde se reunieron con su madre, y Licha y su madre le
contaron a su Tía lo que había pasado, en la tarde realizaron junto al altar
de su papá, un santo rosario en memoria de las ánimas del purgatorio y en
acción de gracias de don Mario.